CANTOS
Poemas que fluyen en acordes y melodías con la esperanza de hacer eco en almas gemelas..
Cantaba el gallo un amanecer en La Habana y me hizo sentir mi deseo de expresar mi alma componiendo mi primera canción. Recordé mi infancia y la complicidad en ideas y aventuras con mi padre. Me hizo tambien pensar en la ternura y cuidados de mi madre, y mi rebelde transitar hacia la adolescencia. En el fondo me resistía a crecer e ir rodeándome de miedos, codigos y disfraces. Pero fue llegando mi adolescencia y mi juventud en la que sentí la necesidad de ser yo mismo, de ser libre, y dejar de pretender el ser lo que otros esperaran de mí. Por vocación de saber y más de servir, estudié medicina, fascinado por la base molecular de la vida, las dimensiones del espacio en que vivimos y la maravillosa complejidad del cuerpo humano. Durante aquellos años se fueron a otra misteriosa dimension dos inspiraciones clave en mi vida: mi Amama, la madre coraje de mi madre y mi abuelo, el artista, gentil y humilde en quien se inspiro mi padre, y yo en él. Fui sintiendo la necesidad del alma a trascender la piel. A la vez veía con decepción y casi vergüenza ante otras formas de vida, las profundas contradicciones del ser humano, quizás por su lóbulo frontal, su mitomanía y actuacion en masa gregaria, a menudo en cobardía o pereza intelectual o afectiva. Pensé desde entonces en lo importante que era huir de los “ismos”. Fui tambien entendiendo la clave de la humanidad en el amor. Y me fue cautivando la belleza de las mujeres y nuestra inevitable rendicion como hombres al alma de mujer. Sin demasiada suerte en amores recordaba la historia épica del amor de San Valentin, reflexionaba sobre la base molecular del amor y su paralelismo con la energia universal, fantaseaba sobre el amor de por vida y el deseo de encontrar mi compañera. Inspirado desde pequeño por la vida de Jesus, sentí como la sociedad del cristianismo se alejaba a menudo de su esencia de sencillez, humildad y justicia, y como para su jerarquía la sexualidad del amor era pecar. En ese momento me empecé a despojar del pesado peso del miedo y de la culpa de la religión . Huérfano de verdades sentí más clara la angustia existencial aunque era más la fascinación por el misterio de la vida. Huyendo del inerte capitalismo, de todos los otros "ismos" y buscando darme sin límites me fui como médico rural a África y aprendí que la mayor sabiduria descansa en lo sencillo y la más profunda alegría en la generosidad. Al ver tanta injusticia mundial y dolor en la enfermedad y muerte de tantos niños sin lo basico para vicvir o ser tratados en África, sentí una humanidad sumisa a un poder insensible. Me dolio en lo mas profundo la hipocresia internacional frente a las masacres en Palestina. Fui luego viendo el dolor que causábamos a los animales y me hice vegano, no queriendo ser cómplice de tal crueldad. Poco después trabajé como bombero-médico en emergencias junto a compañeros valientes. Me hice luego funcionario internacional para intentar luchar desde el sistema contra la injusticia que habia visto en tantos rincones olvidados del mundo. Con Isatu, la madre de mis hijos, fui soñando sus almas y fueron llegando los pequeños, y quise rodearles del mundo mágico de los duendes. Murió por entonces mi amigo cómplice en ideas y los dificiles tiempos de mi doloroso divorcio. Me hizo eco aun más fuerte el dolor de aquellos niños condenados a una muerte temprana mientras otros vivian en la obscena opulencia y estudié con fuerza la equidad. Tras diez años de soledad íntima, conocí mientras daba clases en Berkeley a mi companyera y me capturó su mirada. Fue allí que al medio siglo de vida escribí mis semi-memorias, mezcladas con la ficción de mis sueños e ideas, sobre los dos principios que fui reconociendo como claves de mi existencia: la valentía y la ternura . Segui buscando en la métrica de la equidad las claves de la injusticia y pase años haciendo cálculos. Durante mi vida en Mexico me embrujo la belleza mágica de los números y sus claves para entender la injusticia y sinrazon humana. Tambien por entoncesd fui viendo como la Humanidad infringía desde su complejo de superioridad un tremendo dolor al resto de formas de vida y a toda la Madre Tierra dirigiéndose ciegamente a su propia extinción. Fui encajando las piezas, del amor como clave, la belleza como inspiracion, la sencillez como forma, y la valentía y ternura como armonía de fluir todo lo que recibimos del universo. La vida me llevo entonces a Cuba y quede embrujado por su desnuda belleza y fui conociendo a hermanos como Pedro y su familia, la bella inocencia de Haydecita y tantas maravillosas historias pesonas que fui conociendo en cada persona . Fui convocando a una gran familia de almas dispuestas a desnudar y compartir sus almas a traves de la música en nuestra “peña de la ternura”. Alli nos entregábamos con valentía, derramando la ternura. Pasaron 100 días en La Habana y ya había escrito diez canciones, y sentia una fascinacion por la bella contradiccion de esta magica isla, hipnotizada por la utopía. Fue por entonces cuando se fue de esta dimension incomprensible del existir, mi padre, compañero, confidente, cómplice... lo era todo para mi, y sin el me sentí sin nada... sin entender el misterio del vivir. Le buscaba con mis lágrimas y en mis sueños deseaba ir hacia él. Recordaba la grandeza de su humildad y me fui sintiendo unido a él por tanto amor sin fin. Poco despues se fueron valientes a volar sus aventuras de vida mi hijo mayor Adam , mi hija y princesa Nour y, el último desgarro dejando el nido tan vacío, Kike. Soñarían sus vidas y familias, como flechas surcando el cielo de la vida. Sentí el frio helado de la soledad , su eco de la nada que parecía ser mi sino, como fue el de mi Amama. Y por entonces se fue perpetuando la distancia fisica con mi compañera de vida, sintiendo el vacío y la piel huérfana, con tan solo breves,fugaces y hasta temerosos reencuentros. Todos se habían ido… a veces caí en la autocomplacencia de pensar en lo injusto de amar sin ser amado, en especial en momentos frágiles de mi salud en los que sentí la vulnerabilidad. Fui encontrando en la naturaleza, sus colores, la lluvia y mis travesías de cada amanecer en el mar una alianza que me salvaba de las garras de la nostalgia, y hasta me daba claves de cómo el rendirse a la belleza aliviaba toda angustia. El amor en su expresión más sencilla y pura prevalecía, aun sin saber , daba todas las claves a todas las posibles preguntas. Pero ahí seguia la perversión de los poderosos como el señor Trump, la hipocresía y los marginados y olvidados. Todo ello era posible con un sistema de normas impuestas desde que naciamos , las trampas de las palabras, el vender nuestra libertad y así etiquetarnos paso a paso y hacer languidecer la llama de nuestra alma en la empatía. Sentía fuerza para despojarme de disfraces y decir sin miedo lo que pensaba y para encontrar en la inocencia de mi alma de niño y en los suenyos de la adolescencia, imaginando un mundo justo y el eco suave y sereno de mi fiel soledad. Pero no entendía el amor sin presente, la anhelaba en el viento de la noche, en mi corazón, y a veces gritaba a ese viento esperando los oasis de pasion... . La huella de la ausencia me dolía y estuve tentado de pasar página para no sufrir más. Pero la vida sin pasión no tenía sentido y encontré de nuevo fe y fuerzas para esperar al hogar en amor. Seguí el camino y desterré de mi alma tantas cadenas, declarando lo que tanto tiempo callé. Me fue invadiendo, en tal soledad, una profunda paz, mezclando el soñar con el vivir , aceptando nuestra vida en interfase misteriosa de ser y no ser , sintiendo mi ser hablarme y volviendo a mi alma. Despojado de miedos mi alma ansiaba un mundo sin jerarquías ni cadenas y un “tempo piano”, para sentir y entregar el alma a cada paso. Fui notando que en la espiral de la vida, perdía fuerzas y pensaba en mi legado. Llego así la pandemia que paralizo al mundo y se acercaba la noche de San Juan en que quemar todos los miedos y entregarme a mi tercer tercio, si la vida lo permite, con la valentía de las ideas que fueron forjando mi alma...